De lo que hablo

Hola, bienvenido a mi blog, espero que despues de leer lo que he escrito te sientas inspirado y sepas que no eres el único que pasas por momentos buenos y malos. Esa es la vida. Escribe lo que sientas sea genial o pésimo siempre ayudara a dejar un poco mas liviana tu alma
Powered By Blogger

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Para ti...



Mi sombra.
Sin color ni dolor, así se presentó él en la habitación. Su rostro cubierto dejaba al desnudo sus profundos ojos que revelaban secretos nunca antes confesados. Lleno con su presencia todos los rincones donde ese perfume barato había penetrado, quitándole sabor a todo, haciendo florecer rosas negras y góticas. Enceguecida por su luz, por mi nostalgia, por mi niñez extendí los brazos y lo abrace. Dejándole conocer cada poro de mi piel, cada sonido de mi respiración, cada jadeo de dolor, cada caricia de la vida, cada brisa del mar sin fondo, cada caída sin remedio, cada sonrisa de película. Y allí estaba él, riendo con mis locuras, aun con su rostro cubierto pero que poco a poco comenzaba descubrirse y una nueva faceta se iniciaba para ambos. Las conversaciones eran eternas, jamás me había sentido tan cerca a otro humano que no llevara mi sangre. Podía imaginarme el sonido de su voz, el roce de su mano sobre mi piel… todo absolutamente todo, era tan real. Casi podía deleitarme con estas nuevas sensaciones. Porque ¿acaso yo había sentido algo así antes? ¿Había tenido deseos de que una fantasía se volviese realidad? Su sombra me seguía a cada rincón que recorría, enfundándome fuerzas para continuar, para no dejar de soñar. Y permitir que el monstruo de la realidad me consumiera y suspirara en su regazo. Ese aliento cálido en mi nuca, me susurraba palabras de aliento que yo seguía fervientemente, incluso en mi caída más alta allí estaba él, luego de yo haber roto nubes y cielos, sobre el suelo.
Pero una noche blanca el desapareció, sin dejar rastro. Y entonces, todo se detuvo. El tiempo se paralizó y yo quede atascada de nuevo, en limbo como un infante, sin saber realmente como seguir respirando, como seguir soñando, como seguir volando. Pero ya la habitación no estaba en penumbras, era oscura… totalmente negra. Sin un solo resquicio de luz que compensara tantas sombras. Y él no estaba, y yo no estaba. No sé quién o qué era yo, y el orgullo fue calando muy profundo abriendo en carne viva una brecha en mi ya roto corazón. Que dejó cicatriz, lentamente dejando su marca y veneno a su paso. Sin remedio, no había antídoto para ese veneno. Enfermé de orgullo y morí de eso. Murió esa parte de mí, que jamás volvería a ser la misma, que jamás volvería a amar igual, que jamás volvería a necesitar de la misma manera que necesitaba oxígeno. Las semanas pasaron, y se fue apagando el cruento incendio que nadie se molesto en apagar. Y él no regreso, pero yo seguía viva y latiendo… abrazando ahora a mis sombras, mis más fieles compañeras que nunca me abandonaron, oh! Esas rosas negras y oscuras, con un perfume valioso que costaba mucho más en el mundo de las tinieblas. Sus palabras resonaban en mis oídos… “Que las rosas me han llamado, y ahora estoy confundido… ¿Qué cómo te sientes con eso?” Y yo me preguntaba que debía responder… Que estaba feliz con que me dejara entre las sombras, que no sufría porque se iba.
Su voz se fue convirtiendo en un susurro de mi mente, en un apagado recuerdo que enterré con honores en el cementerio. Las cosas siguieron cambiando, siguiendo su curso… atascada en una fantasía que se había disuelto, dejando una cicatriz en el mundo. Yo, quien siempre recordaría lo que había sido. Mi desesperación fue tan atroz… que no pude evitar suplicar a los dioses que me lo regresaran, que lo trajeran de nuevo. Que lo quería para mí. El egoísmo hizo entonces acto de aparición y trajo consigo a mi perdición. Mi sombra amante… Me arrepentí tanto de haber sido escuchada que creo que nunca me lamentare suficiente. Regresó arrepentido, jurando que aun me amaba, que lo había rescatado del inframundo donde las llamas consumían su alma. Pero ¿Cómo creerle? Y yo deseaba amarle, deseaba desearle. Más, mis sentimientos estaban tan enterrados, condenados a permanecer inertes para siempre. Excavé hasta lo inagotable, quedaba exhausta, molesta y asustada de que tal vez… No podría recuperar si quiera la confianza, ni el cariño, nada. Lo tenía de vuelta ahora, amándome, pero yo había perdido la capacidad para amarlo. Lágrimas se acumulaban sobre mi vestido empapado por no quererlo como antes, por no amarlo, y sí, estaba allí apoyándome como antes, y sí, estaba allí rodeándome con sus brazos. Sin embargo, yo estaba cansada del juego, de fantasear. No era la misma humana que mi sombra había dejado atrás. Hablábamos cada vez, yo conocía cada célula de su oscuridad pero no era real, no estaba allí. No podía… No podía tocarlo. Y yo necesitaba realidad, lo que nunca quise, necesitaba verdad.
Finalmente él me visito. Él verdaderamente, su esencia. Sonreí con verdaderas ganas y fui a su encuentro, a abrazarle… a llorar. Podía sentir todas mis emociones renacer, resucitar, pero en el momento en que entramos en contacto, todo se secó. Se apagó, mi luz de realidad se extinguió hasta que solo quedo aquel malestar mortal de que ya no le pertenecía ni quería pertenecerle. Sí, lo quería pero no le amaba, si deseaba estar con él pero no pasar el resto de mis días con él. Y era eso lo que buscaba, después de tanto tiempo sabía lo que buscaba y no era la sombra que me había acompañado tantos años y que luego había transformado mi corazón con su huida. Mi silencio lleno la estancia y se fue. Todo volvió a la normalidad, dejó de ser real. No quise verlo de nuevo, no quise tocarlo de nuevo. No quería, ya no podía, ya no existía se había acabado. Tiempo después anunció con entusiasmo un viaje… Un viaje que quebraría el resto en pedazos. Se fue jurándome que volvería, que me amaba y que no me preocupara. Pero yo ya no lo esperaba, aunque regresara, yo no esperaba su regreso. No quería nada de su oscuridad, estaba llena de mi propio amor y energía que cubría todo. Y sí lo extrañaba, sus susurros, sus llamadas, su color… Pero no lo necesitaba, era yo la que había dicho adiós a los recuerdos que un día me aprisionaron hasta morir por amor. Sin sombras, y sin oscuridad… mi realidad me parecía encantadora.
Y justo ahora, cuando pensaba que todo quedaba así. Que era un adiós permanente su vestigio hace presencia, y me visita a horas intermedias recordándome que aun existe, que aun late, que aun vive en mí. Pero como borrar los recuerdos, como desaparecerlos. Como aprender a olvidar, a olvidarlo. Sin realmente querer hacer eso. Nuestro débil amor se vio dividido por la línea más definida que puede existir: el odio. Odiaba la distancia que nos separaba, el lugar donde estaba. Lo odiaba infinitamente y por extensión lo odiaba a él. Poco a poco ese odio, fue dando paso a melancolía, cantos de jubilosos y angelicales celebraron nuestra partida, de dos corazones que estaban destinados a estar juntos. Si llorar ya no sirve, el tiempo curará las heridas… pero estaba segura que los segundos jamás se llevarían el dolor que conlleva dejarse ir y permitir que alguien más domine el destino, mi destino. Dejé de responder a sus llamadas, a sus gritos, a sus suplicas hasta que comprendí que amar… no era solo en ese momento, en ese mes, en ese año. Amar significa querer para siempre, y el tiempo se llevaba los malos recuerdos, y un adiós tormentoso dejando solo ese amor puro que es verdaderamente inmortal, y que deja una marca en el mundo. Amaba a mi sombra, es decir para siempre en mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias

La verdad, es que siempre quise crear una página en internet.. y gratis, no tengo mas que agradecer a los creadores de blogger, a todos incluso los que solo dieron su opinión!.. Gracias por dejar que el mundo conozca quienes somos.. VIVA EL INTERNET