Diferente

La luz te hiere los ojos al levantarte, molesto con el sol por aparecer frente a tu ventana, otra mañana mas, otro día mas que inicia y tener que realizar las mismas actividades y enfrentar exactamente el mismo estrés que no parece acabar jamás aunque lo lleves como carga durante años. Decides enfocarte el día de hoy, en vivir el presente cada mordisco que das a tu sándwich, a las celdas del cepillo que hiere tus sensibles encías, al aire con polución que respiras al abandonar tu hogar, pero tratas y encuentras mil y un motivos para que no sea así.
Observas a los niños reír y jugar, van a la escuela a iniciar una nueva aventura, un día verdaderamente nuevo para ellos en su pequeño mundo, y te preguntas, cuando se fugó el tiempo entre tus manos, cuando desapareció los días en que solías ser feliz, igual a ellos, sin ningún motivo en especial para ser feliz ese día, simplemente inspirar y espirar.
¿Es real de verdad? ¿Pueden los días repetirse sin más? ¿Puedes recordarte y recriminarte en cada segundo los errores que cometes?
Al menos por hoy, ya es suficiente y puedes dejar a tu mente descansar, deja a tus ojos demostrar el brillo de ilusión que al menos por unos años mostraste ante la perspectiva de un nuevo día.
Porque justo en este instante alguien sueña, respira, duerme, llora, ríe, ve el mundo por primera vez... siempre diferente.
Yo hoy dejo el pasado, atrás como debe ser, lo que ya no volverá y apuesto por el futuro y ¿tú?

Entre cartas

LA CARTA

La leí por última vez.
Tratando de absorber de ella cada gota de dolor derramada en la tinta.
Mis lágrimas se desbordaron de mis ojos, cayendo sobre el arrugado papel y humedeciéndolo hasta transparentar algunas partes, como si no fuese suficientemente sincera ya.
Levante la mirada y observe con cuidado la foto donde una pareja sonreía con una felicidad singular
Mi foto
Yo junto a él.
Nuestra felicidad singular, una felicidad pasado, ya no existía un nosotros...
Llegaban a mi alucinados flashes del pasado: una sonrisa cautivadora, el calor de su abrazo, nuestras manos unidas.
Había aguardado a su llegada más tiempo del que deseaba tomar cuenta. Tratando de aceptar la inimaginable realidad, minuto a minuto, hora tras hora, día tras día. No regresaría.
Yo seguía enviando cartas, soñando con que el las recibiría, y rozaría este mismo papel. Cartas a ese doloroso vacío, lo único que había dejado en su partida.
La envíe, y me imagine su recorrido, por diferentes manos, vidas, pasados y futuros. Mi carta luchando para llegar a su destino, ilusa, nunca lo haría.
Debería cruzar el mar de ilusiones que nos separaba, para alcanzar su destino e incluso entonces; seguramente moriría luchando, igual a él, dando su último aliento hasta desaparecer.